About this blog

Blog que quiere llenarse de pequeñas historias, de las que nacen cuando estás cerca de personas con Síndrome de Down
...y de otras que ocurren cuando te da por pensar.

miércoles, 4 de abril de 2012

La magia






Bernardo no era un mago cualquiera. Supo que lo era a una edad muy temprana, de hecho solía bromear diciendo que él nació “como por arte de magia” y que a su padre no le dijeron aquello de “enhorabuena, ha tenido usted un varón” sino, “¡tachán!, ha tenido usted un mago”.

Había un hecho, sin embargo, de difícil explicación, a menos que uno crea en la magia tanto como él, y es que Bernardo, en realidad no sabía hacer magia.

-¿Cómo? –preguntó Jan confundido-, ¿Es que hace trampitas?

-Que no, Jan, que no es eso.

Jamás asistió a una escuela de magia, como la mayoría de los magos que conocía y jamás practicaba en secreto las argucias de prestidigitadores e ilusionistas. La magia de Bernardo era auténtica magia, tanto que ni él mismo sabía el mecanismo de sus trucos. Sencillamente salía al escenario y, tal y como él decía, “sacaba los trucos de la chistera”.

Y así era. Prácticamente se inventaba el truco en el momento y después, dejaba que la magia hiciese el resto, de modo que la mayoría de las veces ni el propio Bernardo sabía cómo terminaría el espectáculo. Le encantaba dejarse sorprender por los caprichos de la magia y su cara de asombro a menudo era mayor que la de los espectadores.

Bernardo decía que la magia era cuestión de ilusión, confianza y respeto: Como el amor.



                                                     "El duende del pan"

No hay comentarios:

Publicar un comentario